Epílogo extendido
Un año más tarde
IKER
La fiesta de inauguración del casino es mucho más espectacular de lo que imaginé. Marie Fillon se ha esmerado en la organización. En el exterior, la prensa se pelea por conseguir una imagen de todos los famosos que han acudido al evento.
Varios medios internacionales nos preguntan a Gata y a mí por detalles del diseño del recinto. Respondo yo porque tengo facilidad con los idiomas, pero me encargo de que nadie se pierda nuestro nombre: D+I Arquitectos.
Para evitar problemas legales con Double B, decidimos descartar nuestra propuesta inicial. Fue duro, pero teniendo ante mis ojos esta noche el resultado de lo que hemos construido no me cabe duda de que hicimos lo correcto.
Nos costó encontrar nuestra idea ganadora, pero la habíamos tenido frente a los ojos todo el rato. Un casino inspirado en los videojuegos, concretamente en los de carreras, como Mario Kart. Los amantes de la Fórmula Uno de medio mundo vienen a Le Mans por su amor a los vehículos, al fin y al cabo. El resultado es tan espectacular como único en el mundo. Con más tiempo para diseñarlo, decidimos incorporar un sistema de proyección nocturna para que el casino mantuviera su aspecto vanguardista y moderno, pero pudiera brillar en ocasiones especiales, como esta noche.
Gata lo mira alucinada frente a la gran puerta principal. Está tan preciosa como la noche que desapareció de mi vida por segunda vez y no puedo evitar abrazarla. Aún hoy me cuesta creer que está aquí, conmigo.
—Sabía que iba a ser bonito, pero no me imaginaba que tanto —reconoce emocionada antes de besarme.
Cojo su mano para entrar juntos. Los coches de carreras corren en la pista flotante de la sala principal casi al mismo ritmo que las bandejas de champán y los hors d'oeuvres. Los Fillon y la madre de Gata vienen a saludarnos en cuanto nos ven. Y cuando ellos se despiden, enseguida vamos a buscar a Jean y Dani. El General está en la otra punta de la sala y parece que será una velada cordial, afortunadamente.
—Hola, bocazas —saludo a mi amiga.
—Hola, pringado —me devuelve con una sonrisa.
La abrazo con cariño. Me costaría enfadarme con ella. Al fin y al cabo, sin Jean y su equipo no hubiéramos podido construir todo esto. Pero más importante, ella va a ser la madre de mi futuro sobrino o sobrina. Y eso no es cualquier cosa.
—¿Sabemos algo nuevo? —pregunta con disimulo Gata a su hermana.
Está muy emocionada con la noticia de que Dani vaya a ser mamá. A ese bebé no le va a faltar amor de su tía ni de sus madres. Solo hay que ver cómo la mano de Jean no suelta la cintura de Dani. Esas dos no pueden estar separadas.
Dani tardó menos de cuatro meses en cansarse de Double B y pedir trabajo en la empresa de su chica. Y así desató una reacción en cadena. Gata se dio cuenta de que su piso siempre estaba vacío y lo vendió. Y Jean salió del armario en su empresa dejando muy claro quién era su novia.
—Es pronto aún. Hay que esperar —responde Dani sin apartarse del lado de su chica.
—¿Y no se puede saber con un test ya? —dudo.
—No ha pasado ni una semana, bavard. ¿Por qué no te vas a dar una vuelta antes de decir algo que no debes? —me sugiere Jean.
Puede que no entienda de pruebas de embarazo, pero tengo muy claro que quieren hablar de mi pedida de mano fallida sin tenerme delante. En fin. Me alejo sin rechistar, pero las escucho como siguen hablando.
—Estoy bien. Lo único raro es que Jamón no se separa de mi lado y hace un par de días que no logro comer mucho.
—Te has comido mis tostadas con mantequilla esta mañana —le recuerda Jean.
—¡¿Has comido mantequilla sin mí, Dani?! —exclama Gata indignada—. ¡¿Y no me lo habías contado hasta ahora?! Si tienes antojo de bacon, puedo acompañarte a comerlo.
Está claro que he dejado a Gata en buena compañía. Aprovecho el rato libre para tener una conversación incómoda. No con el General, no. A él lo he saludado cordial por respeto, pero no tengo nada más que decirle. A quien sí debo una charla es a Braulio Beher. Yo lo invité a este evento, aunque en realidad, no pensaba que iba a asistir.
—Gracias por venir, Braulio —le saludo.
—Gracias a ti por invitarme. Creo que tengo que felicitarte, además. Es impresionante, Iker —reconoce mirando a su alrededor.
No es la primera vez que nos vemos desde que dejé Double B. Gata y yo fuimos juntos a explicarle nuestros motivos para renunciar. También le he ayudado a encontrar un sustituto para mí y he seguido disponible para supervisar los proyectos que teníamos abiertos. Braulio y yo hemos seguido en contacto. De hecho, me explicó hace semanas algo que yo ya sabía: Borja ha dejado Double B y se ha mudado a Londres.
—Bueno… ¿va a empezar a trabajar Markus para ti o no? —me pregunta de sopetón.
Tanto él como otros miembros de mi antiguo equipo nos han enviado su currículum, pero no puedo aceptarlos. Es muy grave haberle arrebatado este casino a Braulio. No podría ir más allá.
—Braulio, no pienso quitarle gente a Double B. Este casino era importante para Gata. Y ella es importante para mí. Ya te lo expliqué. Yo nunca he querido enemistarme contigo. La oportunidad que me diste y todo lo que he aprendido a tu lado no se me olvida.
—Vuelve a Double B entonces. El puesto de socio sigue disponible.
No me da tiempo de responderle que no me interesa su oferta porque me interrumpe Gata acercándose a nosotros. ¿Habrá escuchado eso?
—Buenas noches, Braulio —lo saluda—. Qué sorpresa verte aquí.
—Me ha invitado Iker.
La miro y ella me devuelve una sonrisa confundida. Es oficial: no puedo esperar ni un minuto más. Necesito poner en marcha su sorpresa.
***
GATA
Hay algo que nunca le he confesado a Iker. Tengo miedo de que un día se dé cuenta de todo lo que se está perdiendo por trabajar en D+I Arquitectos. Viéndolo hablar con la prensa y con Braulio esta noche ha activado todas mis alarmas.
Él ha nacido para esto. Es demasiado bueno para que yo sea su lastre. Y si el puesto de socio en Double B sigue disponible, debería aceptarlo. Especialmente si Borja ya no está allí.
Cuando nos despedimos de Braulio, sé que quiero decirle todo eso, pero él cubre mis labios con su dedo.
—¿Un baile? —me propone con una mano extendida.
Miro a mi alrededor confundida. No hay música. Estamos en un casino lleno de gente gastando dinero.
—¿Quieres bailar… aquí?
—No, quiero que vengas conmigo.
Cojo su mano y le sigo. Pasamos por todas las salas que llevamos meses diseñando, modificando y revisando hasta que llegamos a la zona de acceso a la última fase de este proyecto: los jardines. Faltan aún unos meses para que estén completos y Marie quiere celebrar una de sus galas en la inauguración, en primavera. No entiendo por qué querría venir aquí.
—Cierra los ojos —me pide.
—No entiendo qué hacemos aquí.
—Confía en mí.
Obedezco. Y escucho cómo abre la puerta al jardín. Antes de salir, noto su chaqueta sobre mis hombros. Falta poco para diciembre y hace frío. Puedo oír sus pasos moviéndose de un lado a otro, como si preparara algo. Y de pronto, oigo agua corriendo y siento la humedad cerca.
Sus manos cogen las mías y me invita a dar unos pasos adelante, antes de colocarse en mi espalda y abrazarme. Agradezco el contacto de su cuerpo caliente envolviendo el mío.
—Abre los ojos, princesa —me susurra.
Tardo unos segundos en entender lo que veo.
—Son tus fuentes —me explica.
Son las que diseñamos juntos usando mi propuesta. Las ha construido. ¿Por mí?
—Pero… —alcanzo a decir aún sin comprender.
Me dolió mucho deshacerme de nuestro diseño. Era nuestro primer proyecto juntos. El que nos unió para siempre. Me daba pena saber que nadie lo vería nunca. Que nosotros no lo veríamos nunca.
Tener ante mis ojos una parte de eso significa más de lo que soy capaz de expresar. Este es el recuerdo que nunca íbamos a tener del tiempo en que nos volvimos a enamorar. Y no puedo evitar que mis ojos se llenen de lágrimas.
Solamente me giro sin poder hablar. En una placa leo: “Las fuentes de Essaouira”. El agua y las luces bailan iluminando el jardín, pero yo solo puedo verlo a él.
—Gracias. —Logro pronunciar por fin antes de que él me bese.
—Gracias a ti, cariño.
—¿A mí?
—Por construir conmigo todo esto. Y por decir que sí a esta locura.
—Pero es una locura, Yoshi. He escuchado a Braulio. Deberías aceptar ese puesto.
—Mi único motivo para seguir en contacto con él fue pedirle permiso para poder usar este diseño. —Señala hacia las fuentes—. No me interesa volver a Double B.
—Cariño, no quiero que pares tu carrera por mí. No puedo dejar que lo hagas. Y yo voy a seguir contigo siempre, sin importar dónde trabajes. Tú has nacido para esto.
—Te equivocas. Cuando te conocí yo no sabía qué quería estudiar. Solo sabía que había conocido una chica increíble —me explica cogiendo mis manos— y que quería pasar más tiempo a su lado.
—Pero… —trato de interrumpirlo y me libero de sus manos para acariciar su mejilla.
—Si aquella tarde en el despacho de tu padre, me hubieras dicho que ibas a ser astronauta, ahora estaríamos teniendo esta conversación en la Luna. Y yo te hubiera construido un cohete.
Sonrío por lo que acaba de decir.
—Estás diciendo que elegiste Arquitectura ¿por mí?
—Sí, y no me arrepiento. Me encanta hacer edificios, pero ya no quiero hacerlos solo nunca más. Lo único que lamento es el tiempo que no he pasado a tu lado, princesa. Eso es lo único que yo quería.
—Yo también quería… —reconozco acariciándolo.
Sus manos secan las lágrimas de mis mejillas mientras la fuente sigue brillando para nosotros. De pronto, él toca un botón y cambian de color a rosado. Y un músico que no sé ni de dónde ha salido empieza a tocar para nosotros La Vie en Rose con un acordeón.
Es la canción que no quise bailar con él. Sonrío con lágrimas tan solo recordarlo.
—¿Quieres bailar? —me pregunta de nuevo.
Asiento aceptando su mano.
Entre sus brazos nada más importa nunca. Solo nosotros dos. Y con la cabeza sobre su pecho y el casino que hemos construido frente a mis ojos no puedo evitar pensar que tiene razón. Juntos podemos hacer cosas increíbles.
La canción no llega a acabar cuando se separa de mí e hinca su rodilla en el suelo.
Mi corazón deja de latir.
Yo nunca he soñado con bodas. De hecho, no había ni pensado en matrimonio hasta que recibí los mensajes de Jean y Dani. Pero saber que él estaba planeando pedirme pasar el resto de nuestras vidas juntos me hizo más ilusión de la que puedo confesar. Porque solo a él le diría siempre que sí.
—Ágata Duarte Pomeroy, solo me voy a atrever a llamarte por tu nombre completo una vez, así que escucha estas palabras.
Logra hacerme sonreír de nuevo, pero lloro emocionada sin poder evitarlo.
—Cariño, tú eres el motivo por el que creo que solo hay una persona en el mundo para mí. Eres, has sido y serás por siempre la mujer de mis sueños; la única con la que quiero construir mi futuro. Y creo que necesito toda una vida para demostrarte lo mucho que significas para mí. ¿Qué me dices, aún quieres acabar conmigo, princesa? —me pregunta antes de mostrarme la alianza.
—Un millón de veces sí.